historia.-Roland Garros de Andrés Gómez en 1990.

Hace 29 años, el tenista guayaquileño Andrés Gómez marcó un precedente en la historia del deporte ecuatoriano. Fue en Francia, al alcanzar el título del Roland Garros tras vencer al estadounidense Andre Agassi, por 6-3, 2-6, 6-4, 6-4.

El tenista tricolor, con 30 años de edad, se impuso el 10 de junio de 1990, en la famosa pista Philippe-Chatrier a Agassi, que tenía 19. Antes, en las semifinales había derrotado al austríaco Thomas Muster.

Andrés Gómez nació el 27 de febrero de 1960, hijo del acreditado radiodifusor señor Pedro Pablo Gómez Sánchez y de la señora Vicenta Santos Alcívar. Fue ganador de múltiples choques por la Copa Davis, de la Copa Marlboro del caribe, de 38 títulos del Grand Prix en dobles, modalidad en la que inclusive llegó a ocupar el primer lugar en el mundo; triunfador en 21 torneos individuales de la ATP y vencedor de uno de los torneos más famosos del mundo: El Abierto de Francia de Roland Garros. Por esta razón, en seis ocasiones fue designado por la revista Estadio como “El Mejor Deportista del Año”.

 

10 de junio de 1990

Gómez y Agassi sólo coinciden en el nombre. Al margen del mero enfrentamiento entre un hombre que pretende culminar su vida deportiva con dignidad y un joven ambicioso dispuesto a romper con todo, existía en el fondo del partido el pulso entre dos estilos, uno de ellos en vías de extinción y otro, el derrotado, en plena pujanza. El ecuatoriano, pelo corto y discreta presencia en la pista, defiende el tenis a la antigua, aquél que exalta un trato amable con la bola a partir de un uso inteligente de la raqueta. El norteamericano, melenudo, coloreado y escupidor impenitente, se mueve en el terreno de la fuerza, del gesto brusco a dos manos.

 

¿Qué hizo que Agassi no completara la remontada y acabara perdiendo la final? Pues, según confesó, él mismo cuando presentó en 2009 ‘Open’, su autobiografía, gran parte de la culpa la tuvo una peluca. Lo explicó así: “Cada mañana me levantaba y encontraba otro pedazo de mi identidad en la almohada, en el lavabo, en el desagüe. Me pregunté ¿quieres ponerte un peluquín? ¿En la cancha de tenis? Y me respondí: ¿qué otra cosa puedo hacer?”. Total, que decidió jugar Roland Garros con peluca, y la cosa no le iba mal. Su trayectoria fue impecable durante todo el torneo. Había cedido solo 4 sets y dejó en la cuneta a jugadores de la talla de Michael Chang, vigente campeón, o Jim Courier, campeón los dos años siguientes.
“Durante el calentamiento previo al juego recé. No por la victoria, sino por que no se me cayera mi cabello postizo. Con cada salto me imaginaba que caía a la arcilla. Imaginaba millones de espectadores que se acercaban más a sus televisores, sus ojos abriéndose más y, en decenas de dialectos y de lenguajes, preguntándose cómo se le había caído el pelo de la cabeza a Andre Agassi”, confesó.

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